Es así. Por más que se intente disfrazar, el esfuerzo, el hecho de esforzarse por algo, provoca en muchas personas reacciones que parecen alérgicas. En los más jóvenes es algo observable fácilmente. Es que claro, esforzarse cansa… Y muchas veces lo disculpamos. Justificamos la falta de una conducta tan importante para conseguir cualquier cosa, incluso la menospreciamos en ocasiones. ¿Por qué lo hacemos? No lo tengo claro.
Lo que está clarísimo es que sin esforzarse en aquello que quieras conseguir, difícilmente puedas lograrlo. Por supuesto que habrá cosas que sí, principalmente las que no dependan de ti. Pero el día que ese ente protector, o facilitador de deseos, desaparece ¿qué pasa? ¿Y en las cosas que únicamente dependen de ti?
Si esforzarse por lo general ya es complicado de ver, esforzarse a la primera es algo prácticamente inaudito. ¿Para qué hacerlo si tengo una segunda o tercera o más oportunidades? El problema es cuando esta posibilidad no existe, no es posible, no es segura o no te la planteas.
Por ejemplo, ¿tiene sentido pensar cuando entras en el coche por la mañana, “a la vuelta me esforzaré en conducir bien”? Es simplemente absurdo. ¿Por qué no en la ida?
O cuando coges a un bebé por primera vez, ¿a alguien se le pasa por la cabeza no esforzarse en cogerlo adecuadamente? Confío en que no.
O cuando detectas que te encuentras ante una oportunidad única en tu vida… Existen muchos más ejemplos que seguro que te están viniendo a tu cabeza.
El problema es que muchas veces salvo en estas situaciones extremas, de no retorno, únicas o impensables, normalmente no se presentan cada día. Algunas, como conducir, sí pero las automatizamos de tal manera que o le ponemos consciencia a nuestra forma de conducir o muchas veces nos despistamos y…. pasan cosas.
Pero cada día realizamos cientos de acciones, muchas automatizadas pero otras no, que con un poco de esfuerzo nos aportarían mucho más valor a nuestras vidas. Además, tener este hábito para unos, valor para otros, presente en nuestras vidas nos ayuda a percibir posibles amenazas con otro enfoque. A tener más opciones de salir adelante en situaciones que a todos nos aparecen en nuestras vidas que nos obligan a esforzarnos de forma continua y constante.
Valoremos el esforzarse en la medida que todos sabemos que tiene. El esfuerzo es indispensable para saber valorar nuestro día a día, nuestra vida. Simple pero así de fácil.
Daniel Barreña
Coach deportivo, educativo y de desarrollo personal