Es tener una pelota entre las manos y mi día cambia. A veces no necesito ni tocarla, sólo con verla mis sentimientos se disparan. Muchas veces esto también me pasa con las pistas de baloncesto, sobre todo con algunas que son especiales para mí.
Esos días me siento genial, lleno de pasión, de energía, disfrutando al máximo de todo lo que hago, de mi juego. Por más que haga, quiero más. El cansancio no es problema para mí. ¡Me encantan esos días!Ojala todos los días pudieran ser así…pero no lo son.
También están esos días en los que esto no es así. Me siento vacio. No puedo dejar de pensar en las cosas que me han pasado ese día, en el entrenamiento, con aquel compañero/a, con ese equipo… O pienso en qué pasará si fallo, no entiendo o recuerdo la táctica, si perdemos o ganamos… Cuando pienso en esos días, tengo la sensación de no haberlos vivido, no haber protagonizado o participado en las experiencias de mi vida.
Esos días no me gustan, no los quiero en mi vida. Me encanta jugar y esos días no me aportan nada bueno, o por lo menos no lo sé ver. Jugar me da alegría, me puedo expresar, me siento libre, acompañado, reconocido… Tomo decisiones y aunque me equivoque, soy protagonista. Jugar me llena y me encanta que así sea.
Esto es lo que quiero y tengo que trabajar para conseguirlo y así poder crearlo de forma natural. ¿Cómo lo hago? Existes muchas formas. Seguro que encontraré la mía.
Daniel Barreña
Coach deportivo